8 de febrero de 2012

El día en que la música lloró

Es que me desperté esta mañana cerca de las 11 y lo primero que sentí fue la voz del Flaco en el comedor. Me quedé acostada bocabajo, abrazando la almohada e intentando reconocer la letra, los acordes. Volví flotando desde la inconsciencia de a poco, el Flaco me traía de vuelta, de la mano.
Menos de veinte minutos después entró mi viejo a despertarme.

"¿Ya estabas despierta? Voy a preparar el desayuno. Levantate, así escuchas el disco que bajé."

La música nos acariciaba los oídos mientras desayunábamos. Mi viejo rezongaba entre canción y canción.

"Me arrepiento mucho de no haber ido a este recital. Fui a ver a AC/DC, pero hubiera querido ir a verlo al Flaco."

No entendí por qué hasta que me contó que mi cuñado le había regalado la entrada de AC/DC, y no podía decir que no; pero ese mismo día tocaba el Flaco en vivo después de haber reunido a los integrantes de Almedra, Spinetta Jade y Pescado Rabioso. Mi viejo se arrepintió mucho de habérselo perdido.

"Al menos viste a AC/DC. Eso tampoco pasa todos los días," dije yo.

"Lo prefiero al Flaco."

Fue también mi viejo el que me dio la noticia. Nos habíamos pasado toda la tarde escuchándolo mientras hacíamos lo nuestro, y apenas cerca de las seis nos dimos un descanso. Cuando él volvió de ir a buscar a mi sobrina, se bajó del coche y me miró con una cara de tristeza que simplemente no se puede expresar en palabras. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Mi viejo nunca llora.

"Se murió el Flaco."


Todos, todos mis pensamientos están puestos en él desde ese momento. Todas estas lágrimas son para él también. Con lo que me cuesta despedirme, digo un adiós lloroso, un adiós culpable. Digo adiós, Flaco querido, maestro...



No hay comentarios: