8 de abril de 2012

Palabra clave: olfato

Una dibuja una fina línea a su alrededor, de colores brillantes y llamativos para que sea notoria, no-cruzable. Ni para un lado, ni para el otro. Una línea que es un límite, que es un territorio, una línea que significa terreno conquistado hacia adentro y terreno desconocido hacia afuera. Una es consciente de que el más acá es más transparente y sensible desde el momento en que dibuja la línea, y también sabe que el más allá es inestable y fangoso, pero Una establece los parámetros justamente para no arriesgarse a caminar (ni que le caminen adentro). Una tiene miedo de sus propias ganas de jugar con ese límite, de caminar sobre la fina línea asomando la nariz hacia el otro lado, sólo para oler qué hay. Una sabe -porque ya lo vivió- que un paso en falso puede significar caerse de bruces en el barro y enterrar la nariz, los codos y el corazón. Una se protege cerrando puertas y postigos, pero sabe que siempre hay un resquicio que queda abierto. Una le tiene miedo a lo malo conocido, pero más miedo le tiene a lo bueno por conocer. Una es cobarde y lo sabe. Por eso se desdibuja a sí misma cada vez que puede.

"¿A qué huelo?"

"A... a vos."

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